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El Telégrafo
Martín Ávila Escobar

Monopologías

22 de noviembre de 2022

Tardaron ocho años para ver a Ecuador nuevamente en un mundial de fútbol. La victoria de la tricolor en su partido inaugural en la Copa del Mundo distrae -temporalmente- a los ecuatorianos de la difícil realidad que ha vivido el país en los últimos meses. A veces, parece que solo bastaría con ponerse una camiseta de fútbol y así poder sacar lo mejor que tenemos como nación. Es que el deporte tiene eso, la capacidad de generar pasión, unión, camaradería y otros intangibles que le hacen muy bien a la sociedad. Cuando nos preguntamos, ¿a quién le pertenece el deporte? La respuesta correcta es: de nadie. La pintura o la música no es de nadie, una obra o un concierto, sí. El deporte nos da la ilusión de que es algo justo, limpio y sano. Pero bueno, las cosas no siempre son tan románticas en el deporte como creemos.

En el 2010, Joseph Blatter, expresidente de la FIFA, anunciaba a Catar como anfitrión de la Copa del Mundo 2022. Desde aquel entonces, el certamen más importante del balón pie mundial se ha vuelto foco de polémicas, corrupción e injusticias. La venta fraudulenta del evento deportivo más importante y rentable del mundo fue uno de los escándalos más controversiales que detonaron el famoso caso “FIFA Gate”. Sin embargo, el futbol siempre seguirá siendo el deporte de rey; sin importar el alto costo humano que esto signifique.

El deporte se ha transformado en un poder político fuera de contexto. Una industria ilimitada y millonaria. Organizaciones como la FIFA y el Comité Olímpico Internacional funcionan como países en solitario, sus líderes tienen incluso más poder que gobiernos, bancos o políticos. Incluso, funcionan en un ecosistema legal perfecto que se respalda por la justicia suiza; no por algo la gran mayoría de federaciones internacionales por deporte residen ahí. La lógica responde a que la industria del deporte es un monopolio que se gobierna y se regula por sí mismo; simplemente por el hecho de que no pueden existir dos organizaciones independientes que gobiernen un solo deporte. Pierre de Coubertin, padre del olimpismo moderno, quizás no magnificó en lo que se convertiría la industria moderna del deporte cuando escribió la Carta Olímpica.

Ecuador celebra un triunfo histórico convirtiéndose en el primer país en derrotar a un anfitrión en la Copa del Mundo. Es parte de nuestra cultura y la de este deporte, en convertir a futbolistas en héroes o villanos. En esta ocasión, no nos olvidemos del héroe -a quien convertimos en villano alguna vez- que requirió de mucho coraje para hacer los goles que alegraron a un país entero. ¡Gracias Enner!

 

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